martes, 4 de diciembre de 2012

Reconciliación de los ancianos

No recuerdo cómo llegaba ahí. Este sueño era de total alienación, yo sólo era un espectador, que lo veía todo como un narrador omnisciente, pero no tomaba parte en la historia.

Todo empezaba con una chica y una niña, bajo la lluvia, que se encontraban con un viejo amigo y se quedaba a vivir con él, quien les dejaba la terraza, inundada ahora, para hacer su vida. La terraza tenía 2 puertas de cristal correderas en donde se estaba caliente, allí extendían sacos y esterillas. La niña miraba la lluvia en la terraza fuera sin mojarse, la chica estaba entre las 2 puertas correderas hablando con quien les había acogido. Le explicó que si no le hubiera encontrado, tampoco hubiera pasado nada, hubiera vuelto a la casa de sus padres, aunque llevaban años sin hablarse.

A su vez, en otro lugar del mundo, un anciano añoraba a sus amigos de la infancia, la mayoría muertos o desaparecidos. Ahora estaba viudo en una casa enorme sin nadie con quien compartirla.

Tanto a la chica que se había quedado sin casa como al anciano con una casa vacía recibían una carta, que, literalmente, llevaba el viento.

Sus destinos se acababan cruzando y la chica vivía con el anciano, para cuidarle.

Le preguntaba sobre su vida, y este le acababa contando su pena y soledad. Ella, comenzaba a hacer averiguaciones y encontraba en una floristería a una mujer, anciana también, que fue la primera novia del anciano.

No voy a narrar todas las investigaciones que tuvo que hacer y todo lo que tuvo que viajar para encontrarla. Al final, les enviaba una carta y hacía que ambos se encontrasen. Al principio les costaba reconocerse, pero luego empezaban a hablar, y pese a los estragos de los años, hallaban a los niños que un día fueron y recuperaban ése espíritu.


Ahora el anciano ya tenía alguien con quien compartir la casa.

El amigo que acogió a la chica y a la niña, tras varias visitas más, le proponía matrimonio. Ella aceptaba. Quería que las familias se conociesen, por lo que organizaban una merienda para anunciar la noticia.

Invitaban a un anciano, amigo de los otros, con el que habían tenido años de odio, pero gracias a la chica habían visto que no tenía sentido guardar rencores y menos aún cuando la muerte  está cerca.

Este tercer anciano, estaba más ido de la olla que el resto, era algo mayor. Decía todo el rato "las grandes mentiras de la historia", como por ejemplo que la guerra fría no eran americano contra rusos, sino rusos contra polacos, y cosas así sin sentido. Cada vez que nombraba cualquier cosa del estilo, nos veíamos envueltos dentro de esa parte de la historia, así que tuvimos (ahora lo narro en primera persona porque lo veía como si yo fuera la chica) que huir de todo aquello que nombraba hasta que conseguimos que se callase.

Una vez iniciado la merienda de manera tranquila y dada la noticia, el primer anciano comenzó un baile que decía que se bailaba en sus tiempo y solo los ancianos lo conocían.

Sorprendentemente, el prometido le siguió el baile, se lo sabía a la perfección.

Los ancianos se asombraban, y decían "sólo conocimos a una persona que lo bailaba así" y nombraban a uno de sus amigos fallecidos.

Al prometido le cambiaba la voz y salía la voz del anciano fallecido, que felicitaba a los otros ancianos por haber arreglado sus diferencias y les contaba todas las cosas que hubiera querido remediar de su vida, que ellos disfrutasen las suyas, que no serían mucho más longevas, y que les esperaban allá arriba con mucha ilusión.

Luego el novio recuperó su voz normal, y no sabía qué había sucedido.

Se casaron. Los ancianos fallecieron poco después, dejando en herencia todo a la parejita y a la niña.

La niña no aparecía mucho en la historia y menos aún hablaba. Creo que era la misma niña que en El Río.

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